Mientras que el resto del continente celebra durante el mes de octubre un año más del Descubrimiento de América, la comunidad hispana residente en los Estados Unidos celebra el famoso Mes de la Hispanidad o Mes de la Herencia Hispana.
Cuando era niño y vivía en mi país natal, Colombia, sabía que todos éramos parte de Hispanoamérica o Latinoamérica. No obstante, en mi país siempre fui colombiano, nunca hispano o latino.
Al arribar a los Estados Unidos, pasé a formar parte de una comunidad multinacional de hombres y mujeres soñadores que habían dejado la familiaridad de su terruño y habían aceptado el riesgo que demanda lo grandioso. Personas que habían dejado su tierra en busca de mejores oportunidades. Personas que habían debido huir de la guerra, o la pobreza, o la inseguridad. Pero por sobretodo, personas que se habían negado a renunciar al ineludible derecho que todos tenemos de ser libres en nuestro anhelo por perseguir nuestros sueños y vivir una vida plena y feliz.
Hace más de dos décadas salí de mi país colombiano para convertirme en Latinoamericano. Todo, gracias a haber apreciado y aprendido del valor, la entrega, la pasión, la perseverancia y el carácter de todos y cada uno de nuestros pueblos, desde el río grande hasta la Patagonia.
Ciertamente, me siento muy orgulloso de ser Hispano. Nosotros hemos cambiado las escuelas, las iglesias, los sonidos de nuestras ciudades, el lenguaje de nuestros periódicos, y estaciones radiales. También hemos cambiado la política de esta nación, nuestras empresas y nuestra economía, nuestras metas y nuestras prioridades. Maravillosas contribuciones que han hecho de ésta una nación aún más grande.
Indudablemente, que como comunidad, aún enfrentamos problemas que debemos solucionar, obstáculos que debemos derrumbar, estereotipos que debemos eliminar, e injusticias que debemos corregir.
Lo cierto es que es posible mirar hacia atrás y sentarnos a celebrar con orgullo los logros de los cuales muchos hemos sido protagonistas, o mirar hacia atrás y sentarnos a renegar con rabia las injusticias de las cuales muchos hemos sido victimas.
Nuestro pasado nos da la opción de hacer estas dos cosas. Nuestro pasado es importante, porque nos ha convertido en quienes somos. No obstante, no hay absolutamente nada que podamos hacer acerca de ninguno de los hechos que forman parte de nuestro pasado. Ya sea que estos hayan tenido un impacto positivo o negativo en nuestra vida y en nuestra comunidad, ellos no son tan relevantes como la visión y expectativas que tengamos de nuestro futuro.
La manera en que veamos nuestro futuro determinará nuestro modo de pensar hoy; nuestro modo de pensar hoy influirá en nuestra manera de actuar, y es nuestra manera de actuar hoy la que determinará nuestro futuro.
En este Mes de la Hispanidad, debemos enfocarnos menos en los logros o las caídas del pasado y más en los retos y las oportunidades del futuro. En menos de 50 años, habrá casi 100 millones de hispanos en los Estados Unidos. Uno de cada cuatro personas en los Estados Unidos será de ascendencia Hispana.
Así que durante este mes, cuando estés pensando en el significado de la expresión Herencia Hispana, no pienses solamente en lo que hoy disfrutas, resultado del trabajo de pasadas generaciones. Piensa también en la herencia que dejarás a las futuras generaciones, de manera que cuando el próximo siglo un niño hispano en cualquier ciudad de los Estados Unidos se siente a escribir su reporte de escuela sobre lo que significa ser hispano, pueda escribir con orgullo que es heredero de una raza especial de seres humanos que decidieron aceptar el riesgo de salir en pos de sus sueños y sin proponérselo cambiaron la historia de toda una nación.
Cuando era niño y vivía en mi país natal, Colombia, sabía que todos éramos parte de Hispanoamérica o Latinoamérica. No obstante, en mi país siempre fui colombiano, nunca hispano o latino.
Al arribar a los Estados Unidos, pasé a formar parte de una comunidad multinacional de hombres y mujeres soñadores que habían dejado la familiaridad de su terruño y habían aceptado el riesgo que demanda lo grandioso. Personas que habían dejado su tierra en busca de mejores oportunidades. Personas que habían debido huir de la guerra, o la pobreza, o la inseguridad. Pero por sobretodo, personas que se habían negado a renunciar al ineludible derecho que todos tenemos de ser libres en nuestro anhelo por perseguir nuestros sueños y vivir una vida plena y feliz.
Hace más de dos décadas salí de mi país colombiano para convertirme en Latinoamericano. Todo, gracias a haber apreciado y aprendido del valor, la entrega, la pasión, la perseverancia y el carácter de todos y cada uno de nuestros pueblos, desde el río grande hasta la Patagonia.
Ciertamente, me siento muy orgulloso de ser Hispano. Nosotros hemos cambiado las escuelas, las iglesias, los sonidos de nuestras ciudades, el lenguaje de nuestros periódicos, y estaciones radiales. También hemos cambiado la política de esta nación, nuestras empresas y nuestra economía, nuestras metas y nuestras prioridades. Maravillosas contribuciones que han hecho de ésta una nación aún más grande.
Indudablemente, que como comunidad, aún enfrentamos problemas que debemos solucionar, obstáculos que debemos derrumbar, estereotipos que debemos eliminar, e injusticias que debemos corregir.
Lo cierto es que es posible mirar hacia atrás y sentarnos a celebrar con orgullo los logros de los cuales muchos hemos sido protagonistas, o mirar hacia atrás y sentarnos a renegar con rabia las injusticias de las cuales muchos hemos sido victimas.
Nuestro pasado nos da la opción de hacer estas dos cosas. Nuestro pasado es importante, porque nos ha convertido en quienes somos. No obstante, no hay absolutamente nada que podamos hacer acerca de ninguno de los hechos que forman parte de nuestro pasado. Ya sea que estos hayan tenido un impacto positivo o negativo en nuestra vida y en nuestra comunidad, ellos no son tan relevantes como la visión y expectativas que tengamos de nuestro futuro.
La manera en que veamos nuestro futuro determinará nuestro modo de pensar hoy; nuestro modo de pensar hoy influirá en nuestra manera de actuar, y es nuestra manera de actuar hoy la que determinará nuestro futuro.
En este Mes de la Hispanidad, debemos enfocarnos menos en los logros o las caídas del pasado y más en los retos y las oportunidades del futuro. En menos de 50 años, habrá casi 100 millones de hispanos en los Estados Unidos. Uno de cada cuatro personas en los Estados Unidos será de ascendencia Hispana.
Así que durante este mes, cuando estés pensando en el significado de la expresión Herencia Hispana, no pienses solamente en lo que hoy disfrutas, resultado del trabajo de pasadas generaciones. Piensa también en la herencia que dejarás a las futuras generaciones, de manera que cuando el próximo siglo un niño hispano en cualquier ciudad de los Estados Unidos se siente a escribir su reporte de escuela sobre lo que significa ser hispano, pueda escribir con orgullo que es heredero de una raza especial de seres humanos que decidieron aceptar el riesgo de salir en pos de sus sueños y sin proponérselo cambiaron la historia de toda una nación.
Con la gran esperanza que el trabajo de nuestros compatriotas sea valorado y que sigan dando el jemplo emulando las hazañas de personas como el Dr. Camilo Cruz
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